Nota del autor.

Arte de la ciencia universal esotérica. 

El nacimiento de Venus - Boticelli




Es un tema tomado directamente de la obra “La metamorfosis” de Ovidio. Este cuadro ha sido interpretado como uno de los de mayor sentido neoplatónico; simbólicamente expresaría el nacimiento de la "Venus Humanitas", es decir, de la unidad y la armonía. 


Leyenda y mitología de la obra



S
egún la mitología greco-romana,  la diosa del amor, nace de los testículos del Dios Urano, cortados por su hijo Cronos y luego arrojados al mar.  Rescatada y formada  por una pareja Alada, el ángel masculino sopla y el femenino alienta. Así Venus emerge del mar abriendo su concha nacarada.  Ellos son Céfiro Dios del viento y Flora, fuertemente abrazados y uniendo entre si sus cuerpos, vuelan sobre los mares en calma. La pareja se ve rodeada por una lluvia de flores rosadas símbolo de las virtudes y el amor puro. 


 A la derecha de la orilla del mar se encuentra una de las diosas de las estaciones: “La  primavera”; se adivina porque lleva un traje  blanco floreado; Va abrigando la escena con una capa roja de motivos florales. En el cuello luce una elegante guirnalda de mirlo: símbolo del amor eterno. En su cintura lleva una rosa roja.  Los árboles forman parte de un pequeño bosque de naranjos en flor, esto corresponde al sagrado jardín de las hespérides en la mitología griega.




Simbolismo Esotérico




Los genitales de Urano son un símbolo del chacra sexual masculino. Representa el receptáculo de creación de las células procreadoras: los espermatozoides. Es la representación de la célula, el ADN que enciende la vida; Es el fuego creador. La afectuosidad de la pareja es una chispa que enciende el fuego del amor. Sin embargo, son dos seres de aire, es decir muy sutiles: Un encuentro de dos almas con la mayor pureza. La fuerte unión entre ellos hace recordar el acople de los centros que se desarrolla en la unión espiritual tántrica; logrando así una idea de pareja perfecta en decisión y voluntad. En este estado soplan sobre el mar que significa las profundas emociones, pasiones de nuestro interior donde inmerso se desenvuelve perdido y encarcelado  el amor (La cárcel de nuestras emociones, el ego) haciendo emerger a Venus. 

 

En la pureza de estos dos seres alados y en la calma del mar,  con su soplo masculino en unión  al aliento  del ángel femenino, la pareja se desarrolla liberando del mar y de su concha a la  diosa del amor (Venus) hasta hacerla flotar . 
   



La Diosa de la primavera vestida de blanco con flores, extiende su manto rojo florido dando a significar que ha pasado el fuerte invierno y llega por fin la primavera.  Es importante el significado de los colores: El verde representa la naturaleza. El rojo es sexual; Blanco, la pureza;  Azul, el amor celestial. De nuevo el color blanco unido al rojo  de  la manta de la diosa de la Primavera es otro símbolo de unión en su forma más pura en un ambiente de excelsa armonía. Los mares tranquilos denotan la serenidad emocional. Entonces  renace el jardín de las hespérides o el edén bíblico que se observa atrás con los arboles.  Es el retorno a la tierra de la felicidad.



Texto : Luis Rodrigo Mejía
Ilustración : Boticelli 


El Tríptico de Johfra





J
ohfra Bosschanrt, artista holandés nacido el 15 de diciembre de 1919 - 1998, habitó en los países bajos y luego se estableció en Fleurac (Dordoña - Francia).

Análisis Esotérico de la obra



L
a obra se compone de tres imágenes: A la izquierda un  nocturno regido por la madre celeste cargando al  hijo que yace en sus  piernas, bajo la penumbra del árido  paisaje. A la derecha se puede observar una fértil y diurna imagen regida por el Real Ser.  Esta dualidad sugiere el nuevo amanecer: la transición noche-día del lado nocturno donde la madre concibe y acompaña en la oscuridad, pasando por la transformación (imagen central) hasta llegar a la derecha al amanecer de la luz del Real ser.







Centro Del Tríptico:


S
u parte central nos muestra el gran árbol donde se gesta  la transformación a la luz. 

Dentro del árbol está emanando  fuego  dando la sensación de rasgar un telón que aparta  la oscuridad. Nos hace recordar el árbol de la sabiduría, del bien y del mal ; El jardín del edén bíblico.

Abajo en sus raíces encontramos el dragón; una alegoría de las fuerzas inconscientes, caóticas de las sombras del universo.

El paisaje detrás del árbol es un hermoso amanecer que ilumina un bello y sereno río inundando el valle de aguas azuladas; un símbolo de creación y vida. En la imagen contemplamos también los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire.


Arriba de sus raíces  y en el interior de su tronco se observa de nuevo a la madre en su aspecto de  la Pachamama o madre tierra. En sus manos  prepara el  cáliz alquímico de la transmutación. La serpiente es un símbolo de las fuerzas más inconscientes de nuestro universo interno. Esas fuerzas ascienden para ser transformadas; Recuerda por ejemplo la serpiente kundalini del hinduismo o la serpiente tentadora del edén. El arquero que apunta su flecha hacía arriba (al universo), es una demostración de la intención hacía los más altos ideales humanos. 
 

Encima del arquero y la serpiente, se alza una tea que enciende el árbol y sobre ella, en el centro del fuego: una rueda: Es el constante  girar de la vida: la transmigración de las almas es decir las constantes recurrencias del karma, la rueda da vueltas en ella misma, todo vuelve a retornar, todo va rotando. El fuego que la enciende representa nuestro mundo emocional (las pasiones humanas).


Esta rueda viene a convertirse en el corazón de la imagen. En  la cultura oriental es conocida como "La rueda del Samsara" ; en términos bíblicos "la rueda de Ezequiel. En el tarot se conserva este símbolo hace siglos en el arcano número 10 que popularmente es llamado la "rueda"; esto significa los karmas que vuelven.

Dentro de la rueda tenemos el símbolo yin y yang, concepto fundamentado en la dualidad de todo lo existente en el universo según el taoísmo. Dentro de las llamas se observa una gran transformación y Horus, el dios alcón de los egipcios, deidad solar vuela sobre el escenario.

Arriba dentro del triángulo amarillo cuya punta está hacía arriba encontramos el ojo de la auto-observación Egipcio, el de la conciencia que invita a mirarse a sí mismo encerrado en el triangulo de los tres principios, la trinidad en unidad triangular. 

A estas alturas las llamas tienden a transmutar a un escenario más tranquilo y una inmensa corona de oro  tiende al absoluto; recuerda las victorias en busca de los cuerpos interiores psicológicos: El dominio de sí mismo, el reinado sobre nuestro cuerpo y nuestra psicología, lo que nos da el verdadero sentido del ser. Sé es un rey de su propio mundo interior. 

En la punta se encuentra un círculo blanco. Todo  tiende hacía él: al absoluto creador.


Observando de nuevo el árbol más cuidadosamente aparece un hombre abierto de pies y manos De lejos podemos ver que realmente en su cabeza tiene la corona, lo que significa que es un símbolo del hombre y de su transformación interna unida al punto infinitesimal. A su estrella; al propio cosmos.

 El símbolo de la estrella de cinco puntas que envuelve al hombre (conocido como el pentagrama)  en sentido positivo (es decir con la punta hacía arriba) es la ley divina significa el hombre que anda siempre de acuerdo a los altos principios. 

El mayor de los principio o la gran ley de la que se derivan las otra leyes divinales es la ley del amor.

En las oscuridades a la derecha vemos los fanáticos enterrados, que se soterran en sus  dogmas y las almas errantes que miran el árbol pero no hacen parte de su transformación.


 
Del otro lado: a la izquierda encontramos el polo contrario la evolución sin revolución: no se llega ningún lado. Sus cuerpos mitad  hombre,  mitad animal,  o deformes observan en ellas las pasiones y defectos humanos







Arriba las nubes que ensombrecen son apartadas y  conmovidas ante la presencia de la luz. En una imagen más grande podemos observar mejor los detalles.

 

Ilustración : Johfra
Texto : Luis Rodrigo Mejía